
Departamento Economía Aplicada Universidad de Murcia. Cátedra de Empresa Familiar Mare Nostrum.
La Opinión - Encuentros 8 noviembre 2015
La constatación de que las empresas más grandes tienen un perfil más innovador, acceden a mercados internacionales con mayor frecuencia, pueden acceder a ciertas tecnologías que requieren inversiones cuantiosas y que, por tanto, no son accesibles a las empresas de menor tamaño al no ser rentables ha generado una preocupación constante por el tamaño de las empresas y por el diseño de medidas y políticas que les permitan crecer. La extensión de las empresas de carácter familiar en los tramos de menor tamaño convierte a esta cuestión en una de las principales para las empresas familiares. En España, la mayoría de las políticas diseñadas con respecto al tamaño empresarial se centran en dos dimensiones: Por un lado, las que tratan de compensar las desventajas que supone el menor tamaño, tratando de facilitar, por ejemplo, la participación en ferias internacionales o el desarrollo de actividades de I+D+i. Por otro, ayudar a la obtención de recursos financieros que permitan llevar a cabo inversiones que supondrán un aumento de tamaño, al menos en sus elementos de inmovilizado.
Sin embargo, ante esta cuestión y las políticas que se diseñan, los economistas que investigamos en temas de empresa nos planteamos una serie de cuestiones cuya importancia es fundamental para el tema que nos ocupa.
El hecho de que muchas de las políticas estén diseñadas para que se beneficien de ellas sólo las empresas que no sobrepasen un determinado tamaño, se convierte en muchos casos en una barrera al crecimiento de las empresas existentes. Así, por ejemplo, cuando existen medidas de apoyo a la internacionalización para aquellas empresas que no superen un determinado umbral (normalmente medido en términos de número de trabajadores o volumen de ventas), se está generando un desincentivo a sobrepasar este umbral ya que las empresas que lo hagan dejarían de ser potenciales beneficiarias de estas medidas de apoyo. De la misma forma, una control fiscal más exigente a las empresas que sobrepasan un determinado volumen de ventas (como se hace en España a partir de los seis millones de euros, o con requisitos diferenciados para la gestión de impuestos como en los pagos fraccionados en el impuesto de sociedades) genera un efecto umbral que lleva a la acumulación de empresas en el tramo inmediatamente inferior. La legislación laboral española, que introduce cambios en los mecanismos de representación de los trabajadores y la relación con estos en el umbral de los 50 trabajadores, genera también umbrales en los que se desincentiva el crecimiento. Ante estos umbrales, las empresas pueden responder de dos formas: o bien no creciendo y renunciando a oportunidades adicionales de negocio (y que les harían perder el acceso a ciertas medidas de apoyo o les someterían a exigencias costosas adicionales), o bien desintegrando parte de su actividad ya sea internamente, constituyendo nuevas sociedades que realizarían algunas partes de la misma (ya sea funciones específicas, ya sea dedicándose a mercados diferenciados) ya sea externamente por medio de la subcontratación. En el primero de los casos, las empresas renuncian al crecimiento perdiéndose la posibilidad de explotar los recursos y capacidades que estas tienen, con una pérdida de posibilidades de generación de negocio para toda la sociedad. La estrategia de constituir sociedades diferentes explica gran parte de las constelaciones de sociedades que se observan para lo que, en realidad, no es más que una única 'empresa' con un coste innegable en términos de gestión. La utilización de la subcontratación no es más que, de nuevo, una renuncia al crecimiento de un proyecto empresarial que, si bien puede ayudar a otras empresas, no deja de reducir el aprovechamiento que algunas empresas han generado.
Por todo ello, cabría pedir que cuando se diseñase cualquier medida en la que el tamaño fuese un factor relevante, se estudiase si puede generar, de forma no deseada, un umbral al crecimiento de las empresas. Establecer grados en lugar de escalones, transiciones progresivas en el tiempo para las empresas que alcancen umbrales, etc. pueden ser soluciones que eviten distorsiones que, en la mayoría de los casos, no fueron ni buscadas ni deseadas cuando se diseñaron dichas medidas.