Francisco Molina Castillo
Cátedra Empresa Familiar. Departamento de Comercialización e Investigación de Mercados, Universidad de Murcia
La Opinión - Encuentros marzo 2014
Dos de las cosas que siempre me han llamado la atención de esta maravillosa Región de Murcia son: a) sus variopintas expresiones y b) la capacidad de trabajo y superación de sus gentes. Esta es una tierra de oportunidades, como dirían en el lejano oeste, donde es posible encontrar empresas familiares convertidas hoy en día en grandes corporaciones con éxito nacional e internacional. Sin duda, una de las piezas claves en esta carrera de éxito fue, ha sido y será siempre la innovación.No obstante, hablar de innovación no es fácil y hacerlo en la empresa familiar aún es más complicado. Existente numerosos puntos de vista desde los que estudiar esta innovación cada uno de los cuales se aplica a facetas concretas dentro de la empresa. Esta innovación se puede aplicar a nuevos modelos de negocio en la empresa familiar, nuevos procesos productivos o nuevos productos que lanzar al mercado. Pero en cualquiera de ellas, el riesgo es muy elevado. Después de muchos años estudiando el éxito y fracaso de la innovación, no podría darles una receta sobre como conseguir el éxito de la misma. Las tasas de fracaso de los nuevos productos y/o servicios lanzados por las empresas se sitúan en cifras cercanas al 70%, porcentaje claramente desmotivador para cualquier empresa que desee innovar en sus procesos o productos pues supone un “arrechucho” muy grande saber que la probabilidad de fracaso es muy elevada. Además, es necesario compaginar cultura innovadora con capacidad innovadora, dos factores que no siempre van de la mano. Transmitir la cultura de innovar entre generaciones es una labor que debe transmitirse lentamente, mientras que la capacidad de innovar requiere de una agilidad magistral por adaptarse al entorno cambiante en el que nos movemos. Trasladar esa invención en algo real, ya sea producto o servicio, precisa de un esfuerzo de toda la empresa en su conjunto. En definitiva, las empresas familiares están “enjugascas” en miles de problemas que les complican la ya de por sí difícil tarea de innovar “a cásico hecho”. Pero muchas demuestran cada día que innovar en la empresa familiar es posible y que las ganancias que reporta son muchas.
Pero estas líneas que les escribo no pretenden desmotivar a estas empresas, sino todo lo contrario. Mi trabajo me ha permitido conocer muchas culturas durante los últimos años y descubrir empresas familiares muy innovadoras en cualquier esquina, o “picoesquina” como se diría en Murcia. Existe muchísimo talento en nuestra Región, profesionales preparados en empresas familiares y jóvenes con ideas emprendedoras para montar su propia empresa que nada tienen que envidiar a empresas familiares que he conocido en otros países. Además, numerosas instituciones como la Cátedra de Empresa Familiar Mare Nostrum colaboran con estas organizaciones para aumentar su productividad.
En esta época tan convulsa, la Región de Murcia necesita ahora más que nunca de una apuesta innovadora por parte de sus empresas familiares. Es una tarea arriesgada, no exenta de esfuerzo, pero que “luego a luego” puede suponer la diferencia entre la supervivencia y el crecimiento o la pérdida de continuidad de importantes empresas familiares de nuestra Región.