
Departamento de Sociología y Política Social. Miembro de la Cátedra de Empresa Familiar Mare Nostrum
La Opinión - Encuentros 3 mayo 2015
En el estudio Mujer y Emprendimiento desde una Perspectiva Competencial que en la actualidad se está desarrollando desde la Universidad de Murcia y financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, se están observando algunos rasgos reveladores del perfil emprendedor y, más concretamente, de la evolución que está experimentando la mujer emprendedora en el contexto de la empresa familiar.
En el caso de la Región de Murcia – sirviéndonos de los últimos datos publicados en el proyecto GEM – el emprendimiento femenino (40%) es algo menor que el masculino (60%). A este dato debe sumarse que el 46% de las emprendedoras murcianas desarrollan su proyecto poseyendo estudios de secundaria, cifra más elevada de las que desarrollan su actividad con licenciaturas o estudios de grado. Estos datos apuntan a un tipo de emprendimiento (autoempleo) por “necesidad”, más que por “inspiración” u oportunidad, en un mercado laboral donde con un nivel formativo superior es más fácil acceder despreocupadamente a un trabajo por cuenta ajena.
Lógicamente estos aspectos suscitan algunas cuestiones relacionadas con el ámbito en el que las mujeres desarrollan el proceso emprendedor y que en numerosos casos no podrían entenderse fuera del espectro de la empresa familiar.
En una serie de entrevistas en profundidad que en la actualidad estamos realizando en el marco del mencionado estudio, se observan dos cuestiones muy relevadoras: el peso y la proyección de la familia se hacen determinantes en dos precisos momentos. En primer lugar, cuando ésta apoya con todos los medios humanos, emocionales, técnicos y financieros a esta iniciativa que inicialmente puede ser individual y, en un segundo momento, cuando la familia se va incorporando progresivamente al proyecto empresarial cuando este empieza a consolidarse y requiere de personas alineadas con el sentir del proyecto empresarial.
Estas cuestiones provocan muchas reflexiones y, de entre ellas, como la familia es la que impulsa, contribuye y actúa proactivamente para que el emprendimiento de la mujer comience y sea una realidad y, además - esto es lo singular – a que la familia se vaya incorporando ya formalmente al proyecto de empresa como actividad propia.
En definitiva un camino de ida y vuelta donde la familia en su significado más social patrocina el empeño por iniciar una actividad empresarial y también se convierte en el destinatario de un proyecto donde la conciliación de lo personal y profesional es incuestionable.