Juan Ortín
Departamento de Sociología y Política Social, Universidad de Murcia. Cátedra de Empresa Familiar Mare Nostrum
La Opinión - Encuentros 5 noviembre 2018
En el capítulo de título Testimonios de empresa familiar del libro colectivo que la Cátedra de Empresa Familiar Mare Nostrum publicó años atrás, aparecían una serie de aportaciones -recogidas mediante entrevistas personales-, de diferentes creadores y continuadores de varias empresas familiares de la Región. En especial, aportaciones asociadas a las vivencias relacionadas con el desarrollo del proyecto personal y social de creación y continuidad de su empresa. Aunque pronto quedó patente que lo más importante de sus manifestaciones era poner de relieve la importancia de los valores asociados al proyecto, en el capítulo apenas se realiza interpretación de lo aportado por ellos al considerar en su momento que lo relevante era reflejar los testimonios en sí mismos. Utilizo este espacio para realizar una breve incursión interpretativa de la trastienda de aquellos testimonios. Sirva también de homenaje a aquellos entrevistados ya desaparecidos.
Los valores sociales forman parte de aquellos intangibles socio-culturales a través de los cuales cualquier grupo social expresa sus creencias. Creencias que no sólo constituyen los referentes que orientan las acciones de sus miembros sino que también acaban formando parte del capital socio-cultural bajo el que una empresa se entiende. De los testimonios cabría destacar como lugares comunes, en primer lugar, el valor de referencia que los creadores, sus cónyuges –también hermanos y hermanas de éstos-, representan para los herederos. La memoria social de ese momento pasa por recordar la apuesta, laboriosidad, plena dedicación e ingenio que supuso, con medios distintos a los de ahora, la puesta en marcha y consolidación primera del proyecto.
En cierta reciprocidad al respecto, los creadores -todavía al frente o simplemente presentes-, ponían de manifiesto el reconocimiento hacia los continuadores resaltando su mayor grado de preparación técnica y nivel de información para afrontar el siempre complejo reto de la continuidad y viabilidad de la actividad en contextos socio-económicos de mayor competencia
Tanto en creadores como en continuadores aparecía un significativo reconocimiento del papel desempeñado por los trabajadores. La implicación de éstos en el proyecto, en su creación y continuidad, se entendía como un enlace -a veces intergeneracional-, de gran importancia, no sólo por formar parte de la viabilidad y continuidad del proyecto sino que también por ser elementos claves en la conformación de la identidad de grupo y de un sentido de empresa familiar que también los incluye a ellos.
En los nuevos contextos socio-laborales en que nos movemos: tipos de contratación más flexibles, nuevos factores de motivación salarial y laboral, etc. (de “liquidez” socio-cultural, diría Bauman), tanto en la concepción misma del proyecto empresarial como en los compromisos empresa-trabajador, las empresas de origen y sucesión familiar, no sin dificultades tanto internas como externas, parecen tener una cultura de proyecto empresarial basada en unos referentes de identidad social, de capital socio-cultural, más sólidos que otro tipo de empresas con menos memoria social pasada o por hacer. A partir de los testimonios, merece la pena reflexionar sobre lo útil de ello en el desarrollo de cualquier proyecto empresarial que se pretenda emprender o mejorar.