Antonio Carrasco Hernández
Cátedra de Empresa Familiar Mare Nostrum. Departamento de Organización de Empresas y Finanzas, Universidad de Murcia
La Opinión - 2 junio 2019
En la última década se han producido continuos cambios sociales motivados por las demandas y exigencias supranacionales. Así, el 25 de septiembre de 2015, la ONU aprobó una agenda de trabajo tras un proceso de negociación que involucró a 193 estados miembros de la ONU, encontrándose España entre uno de ellos. La Agenda lleva por título “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible", entrando en vigor el 1 de enero de 2016 y formada por 17 objetivos y 169 metas, calificados como “Objetivos de Desarrollo Sostenible” u ODS. Dentro de estos objetivos, destacan acciones directamente dirigidas a la protección del medioambiente, a terminar con el hambre y la pobreza, a la lucha por la salud y el bienestar de la población, a la búsqueda de una educación de calidad, el trabajo decente, o la producción y consumo responsables, entre otros.
Dentro de esos ODS, destaca el ODS 17 alianzas para lograr los objetivos marcados en la agenda 2030: “Un programa exitoso de desarrollo sostenible requiere alianzas entre los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil. Estas alianzas inclusivas construidas sobre principios y valores, una visión compartida, y metas compartidas, que colocan a la gente y al planeta en el centro, son necesarias a nivel global, regional, nacional y local”.
Se fija la necesidad de fortalecimiento de la dimensión social en el sector privado, en general, y de la empresa familiar, en particular, como motor y principal agente empresarial en cualquier economía. Destaca como prioridad, la responsabilidad de la empresa familiar para responder con rapidez y eficacia a las demandas sociales, desempeñando un papel protagonista en la difusión de posibles soluciones y alternativas a los problemas sociales, ambientales, energéticos y económicos a los que se enfrenta la sociedad actual.
En este sentido, mucho se ha hablado en las últimas semanas sobre el papel del sector privado en el desarrollo de los objetivos de desarrollo sostenible, a raíz de la donación que ha realizado la empresa familiar INDITEX, a través de la Fundación Amancio Ortega, por su donación de 320 millones de euros para la compra de equipos de última generación para el diagnóstico y el tratamiento del cáncer en todo el territorio nacional.
El compromiso y responsabilidad de la empresa familiar, como agente imprescindible en el cambio social, que ofrece soluciones y alternativas es significativo. En este sentido, merece especial mención un trabajo publicado por investigadores españoles en la Administrative Science Quaterly, en el que tras revisar una muestra de 194 empresas estadounidenses de gran tamaño, encontraron que en las empresas familiares existía un valor intangible que llamaron “riqueza socioemocional” vinculado al cuidado de la imagen de la empresa, a su compromiso con el entorno, a la reputación de la empresa, que hacía que el compromiso social de estas empresas fuera mayor que el de las empresas no familiares. Además, ese compromiso se vinculaba al apellido de sus propietarios, y a la preservación de su buena imagen.
Debido a la mayor sensibilización de las empresas familiares, establecen un mayor compromiso con aquellos colectivos y lugares con los que se ha vinculado la familia propietaria. Y este compromiso social aumenta cuando la familia propietaria sigue vinculada directamente con la gestión del negocio, bien en puestos de dirección, bien mediante participación en el consejo de administración de la empresa.
Todas las evidencias que se han encontrado muestran que la empresa familiar contribuye a la mejora del contexto social en el que se desenvuelve, es parte de su ADN. Respondiendo a los objetivos de desarrollo sostenible, marcados por la ONU en el horizonte 2020-2030, el compromiso de las empresas familiares será total, y se alineará con el resto de agentes del entorno para lograrlos.
