Colaboraciones medios

 

 Pedro Juan Martín Castejón
Cátedra de Empresa Familiar Mare Nostrum. Departamento de Comercialización e Investigación de Mercados, Universidad de Murcia
La Opinión - 5 mayo 2019

Las desavenencias y conflictos familiares constituyen una de las principales amenazas para la empresa familiar, ya que cuesta mucho poder resolverlos bien. Sobre todo los de carácter emocional, los cuales en ocasiones tienen su origen en viejas rencillas entre los miembros de la familia. Estas ofensas del pasado siguen haciendo sufrir en el presente y parecen imperdonables. Es cierto que la mayoría de las personas necesitamos tiempo para curar las heridas provocadas por el dolor y la pérdida. Pero también es cierto que se puede encontrar todo tipo de excusas para posponer el perdón, la principal es la de esperar a que se arrepienta la persona que nos hizo daño antes de perdonarlo; pero tal espera puede causar la pérdida de la armonía familiar y empresarial. El disparate de pensar continuamente en las heridas emocionales producidas por las ofensas del pasado no trae paz ni felicidad al presente. Algunas personas son tan rencorosas que guardar el resentimiento durante toda la vida, sin saber que el perdonar a los que les han ofendido es saludable principalmente para ellos.

Los conflictos dentro de las relaciones en la empresa familiar son inevitables, unas veces provocados por el entorno empresarial y otras veces por la propia familia. Estos conflictos pueden dejar cicatrices emocionales durante mucho tiempo en los miembros de la familia, particularmente si son incapaces de perdonar y resolverlos. Por ello, el saber perdonar nos ofrece siempre una alternativa poderosa para superar las injusticias y traumas que se puedan haber producido. Teniendo siempre presente que perdonar no es aceptar los hechos ocurridos, no es olvidar, tampoco es negar lo que nos pasó. El perdón no significa renunciar a la justicia, ni tampoco tener que reconciliar.

Para aprender a perdonar es necesario en primer lugar desarrollar el respeto mutuo entre las partes, evitando que ocurra agresiones verbales o de cualquier otro tipo. También es importante saber pedir disculpas lo antes posible, aunque podamos pensar que la otra parte también tendría que disculparse. No es conveniente llevar una contabilidad de las ofensas, pues es mejor recordar los aspectos positivos de la relación y tratar de ver los logros alcanzados conjuntamente. Saber perdonar a los demás, puede, y trae indudablemente, extraordinarias satisfacciones personales. También, es importante aprender a perdonarse, ya que es una de las terapias de autoayuda que mayores satisfacciones nos puede traer.

El perdón se empezó a estudiar académicamente en la Universidad de Wisconsin Madison por parte de Dr. Robert Enright. Los resultados de las investigaciones realizadas demuestran que aprender a perdonar es bueno para nuestra salud física y mental, ya que es un bálsamo contra el dolor y el sufrimiento. Otros estudios realizados por el Dr. Luskin, en la Universidad de Stanford, han hallado que las personas que no perdonan sufren niveles elevados de presión arterial y frecuencia cardiaca. Por lo tanto, tienen mayor probabilidad de padecer enfermedades cardiovasculares y sufrir infartos. Sin embargo, cuando las personas aprenden a perdonar aumentan su esperanza de vida, su autoestima, sufren menos ansiedad y hasta reduce los problemas de depresión. En suma, podemos decir que el perdón es liberar la energía que antes se consumía en tener rencores, guardar resentimientos y avivar heridas emocionales del pasado, con el fin de darle un uso más creativo y constructivo en nuestra vida. Es descubrir una vez más la fortaleza que siempre tuvimos como seres humanos y usar nuestra capacidad ilimitada para comprender y aceptar los errores de los demás y de nosotros mismos.

 


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