Colaboraciones medios

 

Gregorio Sánchez Marín.

Profesor del Departamento de Organización de Empresas y Finanzas de la Universidad de Murcia. Cátedra de Empresa Familiar Mare Nostrum

La Opinión, Encuentros 10 abril 2016

Todas las empresas comparten el deseo legítimo de reducir en la medida de lo posible sus cargas fiscales y con ello favorecer una mayor renta disponible. Con este propósito, diseñan estrategias orientadas a obtener el mayor aprovechamiento de posibles deducciones, bonificaciones, incentivos y vehículos fiscales. Sin embargo, la contrapartida de una estrategia fiscalmente agresiva implica asumir mayores riesgos de aperturas de procedimientos administrativos o judiciales que pueden desembocar en costes adicionales, tanto en términos de deuda tributaria como de sanciones.

¿Es posible que la posición ante los riesgos fiscales sea distinta en la empresa familiar con respecto a la no familiar? Efectivamente, diversos estudios sostienen que la elevada participación de la familia en el capital de la empresas –en numerosas ocasiones la totalidad– lleva a sus propietarios a adoptar decisiones tributarias orientadas a evitar riesgos significativos, concluyendo que las empresas familiares son menos agresivas fiscalmente –esto es, asumen mayores tipos impositivos– que las no familiares. Dichas investigaciones ponen de manifiesto, además, que los propietarios familiares están dispuestos a renunciar a potenciales beneficios fiscales no sólo por motivos económicos –derivados de posibles sanciones–, sino también por cuestiones relacionadas con la reputación de la empresa. Y es que las empresas familiares, en comparación con las no familiares, se muestran más preocupadas por los posibles daños que las irregularidades tributarias puedan tener en su imagen y reputación corporativa, dada la fuerte identificación entre identidad familiar y empresarial, lo que les conduce a asumir menores riesgos en la planificación fiscal. Estos datos son igualmente coherentes con los señalados por varios informes internacionales sobre evasión fiscal a través de paraísos fiscales que muestran que, del conjunto de empresas investigadas por este motivo, aproximadamente el 33% son empresas familiares frente al 67% no familiares.

Finalmente, al hilo de estos hallazgos, cabe plantearse si dicho conservadurismo fiscal de la empresa familiar puede variar según ciertas características. El estudio que hemos realizado sobre 282 empresas familiares españolas (de próxima publicación en la revista Journal of Family Business Management) desvela, efectivamente, que las empresas familiares de segunda y siguientes generaciones asumen menor carga impositiva –o, dicho de otro modo, son fiscalmente más agresivas–, como consecuencia de una cultura empresarial más orientada al negocio y de una mayor profesionalización de los directivos familiares. Es preciso, por lo tanto, urgir a los empresarios familiares la implementación de una cultura tributaria más profesionalizada, pero también más arriesgada, que favorezca la adopción de mecanismos óptimos de planificación fiscal.

 


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