Cátedra Empresa Familiar Mare Nostrum | UM_UPCT.
Dpto. Economía Financiera y Contabilidad (UPCT).
La Opinión - Encuentros 2 enero 2017
Las empresas familiares tienen rasgos financieros que las diferencian de las empresas no familiares. En general los estudios empíricos demuestran que las empresas familiares están menos endeudas y prefieren financiarse a través de los beneficios no distribuidos, frente al endeudamiento externo o la entrada de nuevos accionistas, debido al temor de perder el control de la empresa. Y además se observa un menor reparto de dividendos en comparación con las no familiares. Todo esto lleva a que la empresa familiar esté más capitalizada lo que aporta una ventaja competitiva en épocas de inestabilidad financiera. Sin embargo, las empresas familiares, particularmente Pymes, tienen más debilidades en el desarrollo de sistemas de control de gestión que las empresas no familiares.
En este contexto la empresa familiar debe tener claramente definida una política financiera que garantice la seguridad de la empresa y la de sus miembros familiares. Desde el punto de vista de la familia, es conveniente tener definidos: (1) una política de dividendos coherente entre los intereses de la empresa y de la familia, (2) los criterios de valoración y transmisión de las acciones familiares, ya sea para que cuando alguien de la familia necesite liquidez, se produzca un proceso de sucesión, se plantee una compra de acciones por parte de terceros o se determine una ampliación de capital; y (3) el derecho de información de tipo económico y financiero que tienen los miembros de la familia.
Desde el punto de vista de la empresa, y al objeto de favorecer su competitividad y supervivencia, es recomendable para la empresa familiar: (1) implantar sistemas de control de gestión adecuados. Sistemas como la planificación financiera, los sistemas de contabilidad de costes y el diagnóstico económico y financiero deberían constituir herramientas comunes en los sistemas organizativos de todas las empresas con independencia de su tamaño. La dirección de la empresa debe basar sus decisiones en función de datos objetivos, y estos sólo se pueden obtener si la empresa utiliza las distintas técnicas de gestión financieras que están a su disposición; (2) financiar los proyectos de inversión de acuerdo a un plan financiero riguroso. Si se acude a los recursos ajenos bancarios, su amortización financiera debe ajustarse a los fondos de depreciación del inmovilizado, de forma que esto no sea un motivo que provoque tensiones financieras en las empresas muchas veces innecesarias. (3) planificar financieramente a corto y largo plazo. Fundamentalmente a través de presupuestos de tesorería, que permitan a la empresa conocer con el suficiente tiempo de antelación cuáles son sus necesidades financieras y en qué momento las necesita, de forma que se pueda negociar sin prisas con las entidades financieras cuáles son sus mejores opciones de financiación; y (4) para mantener el objetivo de estabilidad de la empresa es imprescindible aplicar políticas financieras que capitalicen convenientemente a la empresa. Para ello, se debe fijar previamente, en función de las políticas básicas de cada empresa, cual es el punto óptimo de capitalización, teniendo en cuenta el grado de apalancamiento financiero de la empresa. Para aumentar la capitalización se deben seguir políticas restrictivas de distribución de dividendos, potenciando la autofinanciación de la empresa, una mayor aportación de capital real, bien sea de los socios o posibilitando la entrada de nuevos socios, reducir el nivel de endeudamiento a través de políticas de ajuste en el circulante, etc. Una buena estructura financiera minimiza el riesgo de fracaso empresarial y facilita el acceso al crédito bancario. .