Antonio Duréndez Gómez-Guillamón. Cátedra Empresa Familiar. Profesor Departamento de Economía Financiera y Contabilidad. Universidad Politécnica de Cartagena
La Opinión - Encuentros noviembre 2009
Invertir en formación no debe ser sólo una decisión aplicable para el empresario familiar en una coyuntura de crisis como la actual, es una decisión estratégica de mucho más calado.
No descubro nada nuevo al defender que la educación y formación de los ciudadanos de un país constituye el pilar básico y es la mayor garantía de permanencia y éxito de una sociedad. Esta premisa, que muchos tenemos clara, no está siendo interpretada correctamente por nuestros políticos, que nos tienen acostumbrados a constantes modificaciones legislativas de modelos educativos cortoplacistas, sin consensuar, y faltos de un planificación y objetivos definidos. El problema de una mala gestión estructural de la educación es que su repercusión social no es visible e identificable en el corto plazo, sino que sus efectos pueden ser muy perniciosos en el medio y largo plazo, algo que no interesa a nadie, puesto que los frutos de la política educativa los recogerán otros y, posiblemente, del bando contrario. Esta mala gestión de la educación pública constituye la peor y más gravosa hipoteca que podemos dejar a las generaciones futuras.
Por analogía de lo que sucede en el ámbito público en la gestión educativa, el mundo de la empresa no se puede permitir esta debilidad, puesto que no estar formado permanentemente con la más alta cualificación implica una falta de competitividad que el mercado no perdona y que, en el ámbito empresarial, se paga con el cierre del negocio.
La formación continua de todo el personal de la empresa debe ser una estrategia de medio y largo plazo, de la que no obtendremos un retorno inmediato y fácilmente cuantificable, pero que, sin duda, será un pilar de diferenciación de nuestro capital humano y una ventaja competitiva frente a nuestra competencia más directa, clave para nuestra supervivencia futura. El mundo de la empresa en un entorno cada vez más complejo, interdependiente y globalizado requiere de un nivel de instrucción permanente y de calidad.
Los dos factores productivos básicos en cualquier negocio son el capital y el trabajo, los dos son igualmente necesarios, aunque en las economías desarrolladas, como la nuestra, el sector económico que tiene un mayor peso específico es el sector servicios (según el INE concentraba en 2008 el 53,6% de todas las empresas) y en éste, no cabe duda, que el factor productivo fundamental es el trabajo, los recursos humanos, al que debemos dedicar todos nuestros esfuerzos.
Los estudios de investigadores especializados en el ámbito de la empresa familiar han constatado que la formación es vista tradicionalmente como un gasto en vez de cómo una inversión. De igual forma, queda probado que las empresas familiares que invierten en capacitación del personal, y/o dejan la gestión en manos de profesionales altamente cualificados, son más rentables que las que no lo hacen.
Desde la Cátedra de Empresa Familiar, y conjuntamente con la Asociación Murciana de la Empresa Familiar, profesorado de la Universidad de Murcia y Politécnica de Cartagena nos esforzamos en cumplir los dos objetivos básicos que supusieron la creación de la misma, la investigación y divulgación de conocimientos en torno a la empresa familiar, así como la formación y cualificación de los empresarios familiares, el personal de la empresa familiar, los universitarios, y su difusión transmitiendo a la sociedad la importancia socioeconómica de las empresas familiares . Nuestro compromiso pasa por ofrecer a la empresa familiar una formación continua, actualizada, de calidad y conforme a sus necesidades, articulada en tres frentes: a nivel universitario con cursos de “Promoción Educativa” tanto en la Universidad de Murcia como en la Politécnica de Cartagena, cursos con un carácter profesional dirigidos a miembros y personal de empresas familiares a través de las “Jornadas” y, por último, de difusión social a través de los “Encuentros”. Por tanto, constituye la actividad formativa de la empresa familiar una de nuestras misiones fundamentales, siendo la herramienta que debe permitir una mayor competitividad y garantía de éxito y supervivencia. El corolario de este breve artículo se incluye en la Teoría del Capital Humano, formulada por el premio Nobel de Economía Gary Becker, al considerar la educación y formación del personal de la empresa como una inversión productiva.