Colaboraciones medios

 

Angel L. Meroño
Director Cátedra Empresa Familiar Mare Nostrum
Catedrático de Organización de Empresas, UMU

La Verdad, 17-1-2023

Existe la creencia de que la vida de las empresas familiares es inexorablemente breve. Declaraciones de conferenciantes, consultores, periodistas e incluso académicos no dejan de reproducir que: “solo el 30% de las empresas familiares sobreviven a la primera generación, y menos de un 15% alcanzan la tercera generación”. También es habitual mencionar una esperanza de vida media de las empresas familiares inferior a 25-30 años que coincide con el tiempo medio que los fundadores están al frente de la empresa. De ser así, la empresa familiar afronta el destino fatal de estar programada para su desaparición. Alternativamente, las empresas no familiares donde solo rige la lógica del capital serían proyectos mucho más duraderos.

Lo primero decir que la tasa de mortalidad empresarial es muy elevada, especialmente en los primeros años. Según el INE, de las empresas creadas en España durante 2014, 23,5% desaparecieron el primer año; un 14,2% adicional el segundo año. Al quinto año, la tasa asciende a 58%. Es decir, solo 42% de las empresas sobreviven al quinto año. De las empresas existentes en 2019, 9,4% se crearon ese año, y 8,6% desaparecieron ese año. Es decir, 82% de las empresas existentes en 2019 se corresponde con empresas que operaban en 2018.

La evidencia corrobora que la empresa familiar es más longeva que las empresas no familiares, en gran medida, por el esfuerzo que realizan esos primeros años. Las decenas de investigaciones empíricas realizadas desde 2002 por la Cátedra de Empresa Familiar así lo demuestra. Claro que desaparecen las empresas familiares, pero a una menor tasa que las no familiares. Por ejemplo, en el informe realizado con la Fundación para el Análisis Estratégico y Desarrollo de la Pyme (Faedpyme) en 2022, se constata que la edad media de la empresa familiar española es de 33 años, mientras que la de las no familiares es de 25 años. Según datos del Barómetro de la Empresa Familiar de la Región de Murcia, en 2022 la edad media de la empresa familiar murciana es 41 años, estando un 73% en segunda o posterior generación.

Entonces ¿de dónde viene la creencia de la fragilidad de las empresas familiares? Un trabajo realizado en 1987 por Ward sobre empresas industriales de Illinois (EE.UU.) teóricamente es la fuente de las estadísticas que todos manejan erróneamente por dos razones, la primera porque es un estudio muy específico en términos temporales, geográficos y sectoriales, por tanto, no directamente extrapolable 36 años después a otros países y otros sectores; la segunda, la interpretación de los resultados que hacen posteriores estudios que lo citan es equivocada. Ward realmente encuentra que 30% de las empresas familiares superan la segunda generación, y no que desaparecen en la segunda generación, lo que equivale a decir que el 30% tienen más de 60 años, y un 15% supera la tercera, tienen más de 90 años. Por tanto, tenemos un ejemplo de cómo los falsos hechos son transmitidos incluso en ámbitos académicos. Por la vistosidad de los datos, recurrentemente se citan sin comprobar cuál es la realidad.

Por otra parte, también puede ser una simplificación pensar en la desaparición de una empresa siempre como un fracaso. Por supuesto, la mala situación económica debido a problemas de mercado o a problemas internos es una razón fundamental, pero existen otras razones por las que se opte por terminar la actividad empresarial como puede ser la realización del objeto social, o simplemente se opta por vender total o parcialmente para obtener liquidez y posiblemente emprender otros proyectos.

¿Y por qué las empresas familiares son más longevas? Es lógico que sea así por su determinada orientación al largo plazo. Razones económicas y emocionales sustentan este propósito: preservar su patrimonio e identidad. La importancia de transmitir el legado a las siguientes generaciones les hace tomar las decisiones más oportunas, así pudimos comprobarlo en el proyecto realizado el pasado año con Amefmur sobre las Empresas Centenarias de la Región de Murcia.

Para terminar, quisiera señalar el perjuicio que las falsas creencias pueden ocasionar en forma de profecías autocumplidas, más grave cuando, afortunadamente, existen datos que permiten conocer la realidad. En el caso de las empresas familiares, el uso inadecuado de datos contribuye a divulgar una imagen negativa, precisamente cuando la reputación es su objetivo fundamental. El esfuerzo realizado por las propias empresas y por sus asociaciones empresariales se puede ver dañado por la falta de rigor. Por nuestra parte, con la ayuda de las instituciones que nos apoyan, insistiremos en nuestro propósito de conocer la realidad de las empresas familiares para ayudarles a explotar sus recursos únicos. De esta manera, contribuiremos a reforzar el papel predominante de las empresas familiares en la generación de riqueza y empleo.

 


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