Angel L. Meroño Director Cátedra Empresa Familiar Mare Nostrum Catedrático de Organización de Empresas, UMU |
Nuestro último barómetro revela que la falta de personal cualificado es la principal preocupación empresarial. En apenas diez años ha pasado de afectar al 3% de las empresas a un alarmante 62% en la actualidad. Este fenómeno sería también un problema para los demandantes de empleo, así como para la sociedad en su conjunto, por la presunta falta de alineación entre el sistema educativo y el mercado laboral. Para las empresas, los problemas para encontrar talento se relacionan con la falta de preparación, experiencia y compromiso, junto a las exigencias laborales en términos de sueldos, horarios, estabilidad y teletrabajo, entre otros. Los cambios generacionales parecen haber afectado a la actitud ante el trabajo.
Ante esta situación, ¿qué pueden hacer las empresas? La respuesta natural es reforzar la búsqueda de candidatos y tratar de suplir sus carencias a través de formación interna, a la vez que poner de manifiesto este problema ante los responsables de las políticas educativas y laborales. La complicada situación económica, junto a la inversión para adecuar la formación a las necesidades de la empresa, explicaría unos modestos niveles de remuneración provocando una creciente fuga de talento de nuestros titulados hacia otros países buscando mejores condiciones.
Aunque realmente es un problema multidimensional complejo de gestionar, la importancia de disponer de talento para la continuidad y el crecimiento de la empresa demanda explorar todo tipo de soluciones. En mi opinión, puede resultar oportuno la revisión estratégica del proyecto empresarial que considere los diversos y profundos cambios sociales, tecnológicos, económicos y geopolíticos que caracterizan al entorno actual. Las empresas (y en general, cualquier tipo de organización) deben analizar la viabilidad de sus modelos de negocio y acometer las innovaciones necesarias que les permitan seguir siendo competitivas en sus mercados. Seguidamente, se establecerían las políticas de personal para atraer, desarrollar y retener el talento deseado.
Diversos estudios ponen de manifiesto que los titulados valoran no solo las condiciones económicas sino también, cada vez más, el atractivo de la empresa, el trato recibido y las oportunidades de promoción. En otras palabras, aceptan trabajos desafiantes, pero siempre que se vean incluidos en el proyecto de empresa y encuentren sentido a lo que hacen. Como sociedad hemos puesto nuestro empeño en mejorar la preparación de nuestros jóvenes en términos de estudios, idiomas, tecnología, internacionalización. Por tanto, es lógico que busquen oportunidades laborales acorde con el esfuerzo realizado. Así, más que nunca es necesaria la implantación de auténticas políticas de gestión de personal que proporcionen un entorno laboral flexible y confortable con objetivos claros que aumenten el compromiso y la productividad, ofreciendo canales efectivos de comunicación y participación. La mayor competitividad se traducirá en mejores resultados y crecimiento permitiendo remuneraciones más equitativas.
En definitiva, nuestras empresas, como principal fuente de generación de empleo y riqueza, necesitan ser competitivas. Especialmente debido a los cambios sociales y económicos, más que nunca, necesitan ser percibidas como atractivas en términos de oportunidades laborales para contar con el talento necesario que les ayude en su desarrollo. No estamos en condiciones de formar a profesionales que luego emigren a otros países en busca de un mayor reconocimiento a su formación y capacidad.