Pilar Ortíz García.
Profesora Departamento Sociología Universidad de Murcia. Cátedra Empresa Familiar Universidad de Murcia.
Entre las diversas perspectivas desde las que cabe abordar la empresa, la cultura organizativa se perfila como uno de las más sugerentes. La capacidad explicativa de este concepto sobre determinados comportamientos y estrategias que se desarrollan en la empresa, abarca desde los aspectos que tienen que ver con su planteamiento hacia el mercado (clientes, presentación de productos y servicios, entre otros), como por su utilidad analítica en el tratamiento de las cuestiones que afectan a los recursos humanos. La cultura es un instrumento de análisis y conocimiento del comportamiento organizativo de la empresa y de su forma de enfrentarse y responder al entorno.
La empresa es algo más que la suma de sus recursos humanos y materiales, de la misma forma que la sociedad es algo más que la suma de los individuos que la componen. En la empresa familiar, además de las “utilidades” de la caracterización cultural, tendrá un especial interés abordar la existencia y posible convivencia de una cultura empresarial y una cultura de familia. En aras de una mejor comprensión de esta perspectiva analítica, resulta conveniente hacer un breve análisis del concepto y el papel que cumple en la organización empresarial. En definitiva, de lo que en palabras de E. Schein, (1988:39) “lo que la cultura es y hace”.
Significado y utilidades de la cultura empresarial.
Respecto a “lo que es”, en términos de J.A. Garmendia (1993:145), se trata de “un sistema de valores transmitidos por símbolos más o menos compartidos por las partes, históricamente determinado y determinante, relacionado con el entorno”), es, en definitiva, uno de los elementos que define la estrategia empresarial, en palabras de H. Ansoff (1985) sería el conjunto de normas y valores de un grupo social que determinan su preferencia por un tipo concreto de comportamiento estratégico. Pero quizás no es tan importante lo que es, sino sus utilidades.
Respecto a “lo que hace”, en la actualidad, la cultura de una empresa le confiere el carácter distintivo, diferenciador, que puede suponer un importante elemento de competitividad.
La instrumentalización de la cultura empresarial pasa por la posibilidad de ser gestionada de cara al exterior, y éste es un aspecto a considerar muy seriamente, porque la imagen, sobre todo, vende. Y no sólo la imagen del producto, sino también la de los recursos humanos y su forma de relacionarse con el cliente, la de la propia organización y el estilo que imprimen a sus acciones, tanto externas como internas, o la imagen institucional.
La calidad empresarial, de gestión, de forma de hacer, y por lo tanto, de concebir la empresa nos lleva a otra pregunta ¿Cuál es la empresa de calidad? Los análisis sobre el tema nos aproximan a una tipología de empresa profesionalizada, en la que predomina el largo plazo; con una “capacidad de diseño del futuro, lo que implica una alta orientación hacia la innovación en cualquiera de sus aspectos, “pre-ocupada” de sus recursos humanos, “capaz de integrar hombre”y con un punto de mira preferente: el cliente, en torno al cual giran todas las acciones.
Las normas valores y creencias orientan las acciones anteriores, regulan el comportamiento de los miembros de la empresa, sus relaciones formales e informales, el modo en que se perciben los acontecimientos, las dificultades, los conflictos y las soluciones. La cultura proporciona el marco de referencia desde el que se perciben los sucesos internos y la relación de la empresa con la comunidad de la que forma parte.
El análisis de la empresa a través de la cultura corporativa se ha convertido en una de las perspectivas más utilizadas por los analistas y consultores de empresas en el ámbito público y en el privado. Esta perspectiva se revela especialmente útil cuando se producen cambios sustanciales, o situaciones irregulares en la organización, como es el caso de un conflicto o cambio de orientación en la política corporativa que afecta a cualquiera de sus sistemas.
Actualmente el interés por la identificación de los procedimientos empresariales se ha ido abriendo desde una perspectiva operativa, orientada a los aspectos más instrumentales de la actuación empresarial, así como hacia una perspectiva ética. Las consecuencias no queridas de la globalización económica han puesto de manifiesto la necesidad de analizar determinadas prácticas empresariales que no responden a lo que se ha conocido como “responsabilidad social corporativa”, esto es, las consecuencias de la actuación empresarial en los ámbitos social, ambiental y laboral. La intención es llamar la atención especialmente respecto de la actuación de los proveedores e intermediarios de la larga cadena productiva cuyo primero y último eslabón están representan el sacrificio y el beneficio.
En todo caso, los análisis desde la perspectiva cultural parten de la auditoria de la organización y tienen como objetivo llegar a tipificar una determinada tipología de cultura organizativa u orientación preferente de la empresa [1]. El desarrollo de una tipología cultural supone la respuesta de la organización ante los retos más diversos del quehacer empresarial: desde su política de recursos humanos, hasta su filosofía sobre las metas y objetivos de la corporación o su forma de presentarse ante el mercado. En el caso de la empresa familiar, será de sumo interés determinar el posible condicionamiento del componente familiar sobre la cultura corporativa.
[1] Se está haciendo referencia a la cultura formal u oficial de la empresa, entendiendo por ella, aquella que es susceptible de ser explicitada en objetivos, metas y formas de actuar en la organización. Queda fuera la denominada “cultura informal”, ya que ello responde a otro tipo de análisis que instrumentalmente no está indicado para la problemática tratada en este capítulo.
Referencias bibliográficas:
Ansoff, A. (1985), La dirección y su actitud ante el entorno, Bilbao, Deusto.
Garmendia, J.A. y Parra Luna, F. (1993): Sociología industrial y de los recursos humanos, Madrid, Taurus.
Schein, E.H. (1988): La cultura empresarial y el liderazgo, Barcelona, Plaza & Janes.