
Departamento de Sociología y Política Social. Miembro de la Cátedra de Empresa Familiar Mare Nostrum
La Opinión - Encuentros septiembre 2012
Ahora que es frecuente oír hablar de Responsabilidad Social Corporativa (R.S.C.), tendríamos que remontarnos al año 2.000, cuando Richard Holme y Phil Watts, en su libro Making Good Business Sense, la definen como el “continuo compromiso de los negocios para conducirse éticamente y contribuir al desarrollo económico mientras mejoran la calidad de vida de sus empleados y familias, así como de la comunidad local y sociedad en general”.Queda claro la ineludible repercusión de las organizaciones, más o menos complejas, en el entorno y cómo pueden llegar a transformarlo, pero ¿qué hay de la otra responsabilidad?, en otras palabras ¿podría hablarse de una Responsabilidad Personal Corporativa?
Creemos que sí y eso es algo que con otros calificativos los estudiosos de los recursos humanos han venido haciendo desde tiempo atrás porque es evidente que si hay una responsabilidad social, ésta es la proyección de un conjunto de responsabilidades individuales en el conjunto de la empresa y, si se quiere, de un conjunto de responsabilidades basadas en el compromiso personal. De otro modo, ¿cómo sería posible entender las relaciones con el entorno de no existir antes una conexión con lo que pasa de “puertas hacia dentro”?
Es verdad que la cultura de la empresa y el clima laboral son claves a la hora de explicar estas cuestiones, pero centrándonos en aspectos más inmediatos y tangibles, no son menos importantes otros factores como la comunicación, la iniciativa, la motivación por el logro, la creatividad, la flexibilidad, la adaptación al cambio y, por supuesto, el trabajo en equipo. Si además de estos ingredientes se es capaz de armonizarlos, inspirándose en valores y dándoles un contenido ético, parece claro que el compromiso y de ahí la responsabilidad personal pueden materializarse en algo mucho más concreto.
Todo esto no quiere decir que conseguirlo sea tarea sencilla y de eso saben mucho las empresas familiares que si por algo se caracterizan, es por el grado de cohesión que les hace seguir creciendo y perpetuarse en el tiempo.
En este sentido, es donde la coherencia interna es la que coadyuva al desarrollo de una estrategia externa y, en esa relación con el medio, es más fácil hablar una responsabilidad social corporativa, siempre con permiso – al menos desde nuestro particular punto de vista – de otra no menos importante que es la Responsabilidad Personal Corporativa.