Antonio Duréndez Gómez-Guillamón. Cátedra Empresa Familiar. Profesor Departamento de Economía Financiera y Contabilidad. Universidad Politécnica de Cartagena
La Opinión - Encuentros junio 2013
Recientemente hemos realizado una serie de entrevistas personales a relevantes empresarios familiares de la Región, en las que, entre otras, preguntábamos sobre cómo las empresas familiares se están enfrentando a la escasez de financiación en esta durísima coyuntura económica.Las empresas familiares manifiestan que se han tomado diferentes medidas en función de la situación financiera que no son excluyentes, sino todo lo contrario. Al no existir una receta perfecta, la mejor estrategia es efectuar un conjunto de medidas complementarias. En concreto, las empresas familiares más capitalizadas están sobrellevando la ausencia de recursos financieros con reservas, es decir beneficios no distribuidos y acumulados durante muchos años gracias a una política financiera de austeridad y prudencia, característica esencial de las empresas familiares, que les permite afrontar la crisis con una menor tasa de mortalidad.
Por otro lado, y junto con una política de continua capitalización de los beneficios, las empresas familiares han recurrido a mejorar la gestión de la tesorería para conseguir una mayor eficacia en los cobros a clientes y en los pagos a proveedores; conceder una mayor importancia a la financiación comercial, recurriendo en mayor medida a financiarse con los créditos de proveedores; al tiempo que se es más restrictivo en el análisis de riesgos de ventas, de forma que sólo se vende a quién se sabe que va a poder pagar. De igual modo, se sigue una estrategia de contención, que pone de manifiesto la renuncia al crecimiento para minimizar los riesgos de insolvencia y, como consecuencia, se paralizan proyectos de inversión que ya habían comenzado o bien se pierden nuevas oportunidades de negocio. También manifiestan recurrir a ampliaciones de capital con nuevas aportaciones e incluso al propio patrimonio familiar. En menor medida, se incluyen otras iniciativas como permutar bienes y servicios con clientes y proveedores, mejorar la gestión del almacén o recurrir a programas de apoyo financiero como los que promueve el ICO.
Las empresas familiares dejan claro que la oferta de financiación bancaria está cerrada y además también señalan que la crisis ha modificado las relaciones bancarias, cambiando la tradicional y estrecha relación banca-cliente. De hecho, un significativo número de empresas indica que el trato recibido de los bancos ha empeorado, llegando en algunos casos a recriminar a las entidades financieras una actitud desleal, por cómo la banca está repercutiendo en las empresas la crisis financiera que ha originado el propio sistema financiero con el consentimiento de la Administración.
En resumen, las empresas familiares se caracterizan por ser más conservadoras en sus políticas financieras, lo que les puede suponer ser menos competitivas en términos de crecimiento. Sin embargo, en circunstancias coyunturales de fuerte crisis económica, como la actual, la realidad demuestra que son capaces de sobrellevar mucho mejor la crisis, manteniendo empleo (puesto que en la mayoría de casos se ajusta donde haga falta para no recurrir al despido) y generando riqueza con un horizonte de largo plazo. Esto, sin duda, hace que las empresas familiares adquieran un protagonismo especial en tiempos de crisis. Precisamente por ser las garantes de la estabilidad en el empleo y la generación de riqueza y crecimiento a largo plazo, deberían ser un referente en el desarrollo de las políticas económicas en todos los niveles de la Administración.